En este artículo se resumen y presentan los análisis y conclusiones de Bovi (2009), en su paper Economic versus psychological forecasting. Evidence from consumer confidence surveys, publicado en el Journal of Economic Psychology.
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En resumen, Bovi señala que existen sesgos psicológicos que afectan de manera generalizada y permanente a la probabilidad subjetiva que asignan los consumidores a eventos económicos futuros, y a su interpretación retrospectiva. En otras palabras, los sesgos psicológicos afectarían la manera en que los consumidores hacen predicciones de la economía, y cómo evalúan la situación económica pasada. De acuerdo al autor, dichos sesgos producen una diferencia sistemática entre las evaluaciones retrospectivas (demasiado pesimistas) y las expectativas (demasiado optimistas).
Las afirmaciones anteriores se fundamentan en aspectos psicológicos, intrínsecos de las personas. Por ejemplo, cuando las cosas van mal, la psicología sugiere que las personas tienden a ponerse particularmente optimistas. Asimismo, la psicología argumenta que las condiciones personales/futuras son percibidas como mejores que las condiciones agregadas/presentes de forma permanente. Ambos fundamentos psicológicos contradicen los supuestos económicos estándares (hipótesis de las expectativas racionales), ya que genera en los consumidores un error de predicción sistemático, que no revierte a una media igual a cero.
Bovi (2009) demuestra sus hallazgos presentando evidencia de una base de datos longitudinal de 10 países europeos durante 22 años, confirmando la presencia de distorsiones psicológicas estructurales en las evaluaciones y expectativas de los consumidores.
Bovi argumenta que las personas diariamente reciben grandes cantidades de información, de la cual una gran proporción es inmediatamente ignorada por la maquinaria neurológica. Por otro lado, cuando la información valiosa es memorizada, esto se hace de manera tal que es distorsionada por los sesgos psicológicos. Para fundamentar estas afirmaciones, Bovi utiliza las explicaciones de Kahneman and Tversky (1973, 1974, 1982) que, en sus teorías sobre las heurísticas y sesgos, señalan que los individuos, en lugar de acumular una cantidad óptima de información, aceptan sólo la información que tiende a confirmar sus propias creencias, mientras que rechazan aquella que no respalde o se oponga a dichas creencias. Además, sucede que los individuos son demasiado confiados en sus juicios (overconfidence) y son propensos a hacer evaluaciones sobre la base de información reciente o llamativa, en lugar de utilizar información más precisa, pero que es más antigua o menos llamativa.
La representatividad es una heurística (regla simple) para la formación de expectativas. Un subproducto de la representatividad es la ley de los grandes números. Según esta ley, el valor promedio de una muestra puede ser representativo del valor esperado de una variable aleatoria, lo que en los individuos genera un sesgo de sobre-inferencia, en que las personas obtienen conclusiones de secuencias o muestras demasiado pequeñas. Este tipo de sesgo explica la sobrerreacción de los inversionistas a pequeñas rachas de buenas noticias económicas, con su consecuente efecto en la volatilidad de los precios de los activos financieros, lo que también se asocia a la sobre-confianza (Shleifer 2000). Por otro lado, las personas tienden a hacer predicciones en base a información pasada, buscando patrones conocidos que asumen que se repetirán en el futuro, sin analizar suficientemente el por qué (Shiller 2000). También existe una ilusión de control (De Bondt & Thaler 1995) que explica por qué las personas piensan que su situación futura mejorará, contra todo pronóstico, es decir, la probabilidad de éxito futuro que los individuos subjetivamente se asignan es mucho mayor que cualquier evaluación objetiva.
Las personas son afectadas por la heurística de la disponibilidad, que hace que den demasiada relevancia a los eventos recientes, que son más accesibles para la memoria. Esto hace que los individuos interpreten eventos de forma sesgada, en base a la comparación con algún otro evento fácilmente accesible. Simultáneamente, el sesgo de representatividad hace que dicho único ejemplo sea considerado como representativo del evento que se quiere predecir. Por ejemplo, Brachinger (2008) muestra que los consumidores sobre estiman la inflación cuando aumentan los precios de productos que adquieren frecuentemente, aun cuando dichos productos tengan una baja incidencia en el gasto total. Dicho resultado se explicaría por el sesgo de disponibilidad, ya que la información sobre productos comprados frecuentemente es más accesible, y por lo tanto se asume que es más relevante. De la misma manera, la repetición de cierta información en los medios de comunicación puede hacer que sea más fácilmente accesible, y que sea considerada como más precisa, aun cuando no sea así realmente. Por ejemplo, Doms & Morin (2004) muestran que los medios de comunicación tienden a dar más énfasis y espacio a las malas noticias económicas, lo que en conjunto con las heurística de disponibilidad producen los sesgos negativos en las evaluaciones de las personas.
Una de las explicaciones que da Bovi, es que los sesgos que simultáneamente se encuentran respecto de las evaluaciones retrospectivas y prospectivas, se relacionan con el concepto de contabilidad mental (Thaler 1999), que señala que las personas hacen presupuestos en base a cuentas mentales de gastos. Por ejemplo, los clasifican como gastos presentes o futuros. Por lo tanto, desde el punto de vista del individuo, evaluar el pasado o pronosticar el futuro son ejercicios “separables en el tiempo”, que no requieren ser consistentes.
Los hallazgos y fundamentos de Bovi (2009) permiten explicar cómo las evaluaciones y predicciones de los individuos son afectadas por sesgos psicológicos, que son generalizados y sistemáticos. Dichas evaluaciones y expectativas tienen efectos en el comportamiento de los consumidores, ya que se relacionan con sus expectativas de ingresos futuros y con su percepción de la incertidumbre económica, lo que a su vez afecta su consumo. El autor presenta evidencia usando índices de confianza de los consumidores europeos, ya que se trata de una variable que captura dichos sesgos, y que permite medirlos fácilmente.
Evidencia similar se puede encontrar para el caso chileno, en que, por ejemplo, Acuña, Echeverría & Pinto-Gutiérrez (2020) muestran que sólo un 27% de la variabilidad de los índices de confianza puede ser explicada por fundamentos económicos. Lo anterior implica que la confianza de los consumidores no es un mero reflejo de la información ya contenida en otras variables macroeconómicas, como las tasas de desempleo o la inflación. Asimismo, encuentran que el componente subjetivo de la confianza, no relacionado con los fundamentos económicos, es útil para predecir las fluctuaciones futuras del consumo agregado.
Acuña, G., Echeverría, C., and Pinto-Gutiérrez, C. (2020). Consumer confidence and consumption: empirical evidence from Chile, International Review of Applied Economics, 34:1, 75-93,
Bovi, Maurizio (2009). Economic versus psychological forecasting. Evidence from consumer confidence surveys, Journal of Economic Psychology, Elsevier, vol. 30(4), pages 563-574.
Brachinger, H. W. (2008). A new index of perceived inflation: Assumptions, method, and application to Germany. Journal of Economic Psychology, 29, 433–457.
DeBondt, W., & Thaler, R. (1995). Financial decision-making in markets and firms: A behavioral perspective. In R. Jarrow, V. Maksimovic, & W. Ziemba (Eds.), Handbooks in OR and MS.
Doms, M., & N. Morin (2004). Consumer sentiment, the economy, and the news media, finance and economics discussion series (Vol. 51). Washington, DC: Divisions of Research & Statistics and Monetary Affairs Federal Reserve Board.
Kahneman, D., & Tversky, A. (1973). Availability: A heuristic for judging frequency and probability. Cognitive Psychology, 5, 207–232.
Kahneman, D., & Tversky, A. (1974). Judgment under uncertainty: Heuristics and biases. Science, 185, 1124–1131.
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Shiller, R. (2000). Irrational exuberance. Princeton: Princeton University Press.
Shleifer, A. (2000). Inefficient markets. An introduction to behavioral finance. Oxford: Oxford University Press
Thaler, R. H. (1999). Mental accounting matters. Journal of Behavioral Decision Making, 12, 183–206.
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